¿Qué tiene que ver el bostezo con el grado de actividad sexual femenina?

¿Qué tiene que ver el bostezo con el grado de actividad sexual femenina?

Ciudad de México, México. El bostezo suele suceder en plena digestión, cuando estamos aburridos, tenemos sueño o hambre. Al menos eso es lo que pensábamos, ¿cierto?

También circula por ahí una teoría que confirma la conexión entre bostezar y la estimulación sexual. Y a los paracaidistas también se les abre la boca involuntariamente antes de saltar. Curiosidades aparte, el bostezo tiene sus causas y cumple una función. ¿Sirve para mantenernos alerta, para enfriar el cerebro y despertar la atención? ¿O más bien está relacionado con la excitación sexual?

Para empezar, como veníamos comprobando, los bostezos son contagiosos. La ciencia los mete dentro de la categoría de ‘ecofenómenos’, como la ‘ecolalia’ o la ‘ecopraxia’, que son la imitación automática de las palabras o acciones de otro. Y no son sólo los seres humanos los que tienen una propensión a contagiar el bostezo, sino que chimpancés y perros también lo hacen.

El caso es que nuestra capacidad para resistir el bostezo cuando alguien más cerca de nosotros bosteza es limitada y nuestro deseo de bostezar se incrementa si se nos instruye para resistir el bostezo. Da igual lo mucho que te esfuerces, aunque trates por todos los medios de ahogar un bostezo, no lo conseguirás.

Como mucho lograrás mantener los labios pegados haciendo muecas ridículas. Pero aunque te lo intentes tragar, el bostezo saldrá de un modo u otro. Lo único que podrás cambiar es la forma en que bostezas, pero no alterarás esa propensión natural a bostezar.

Así lo asegura el estudio, ‘Una base neural para el boceo contagioso’, publicado en la revista académica ‘Current Biology’. Dicha investigación, realizada por expertos de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, sugiere que la propensión humana al bostezo contagioso es activada automáticamente por los reflejos primitivos en la corteza motora primaria, un área del cerebro responsable de la función motora.

“Este hallazgo pueden ser particularmente importante para comprender la asociación entre la excitabilidad motora y la aparición de los ecofenómenos en una amplia gama de patologías clínicas como la epilepsia, la demencia, el autismo y el síndrome de Tourette”, explica Stephen Jackson, director del estudio y profesor de Neurociencia Cognitiva en la Escuela de Psicología de la Universidad de Nottingham.

Eso sí, cada uno salva la situación como buenamente puede porque la necesidad de bostezar es individual para cada uno de nosotros. Depende de la relación que tengamos con el ‘culpable’ del bostezo. Cuando más estrecho sea ese vínculo más ganas tendremos de bostezar. Y es que el estudio demostró que las tasas de contagio fueron más bajas entre conocidos que entre amigos y familiares.

El género también tiene mucho que ver. A las mujeres nos cuesta más resistirnos porque nuestra capacidad de empatía es mayor y eso aumenta las ganas de bostezar.

Sin embargo, aunque un feto ya es capaz de bostezar y estirarse en el útero materno porque resulta  vital para su desarrollo, el ‘efecto contagio’ no se produce hasta los cuatro o cinco años.

“Bostezamos más cuando tenemos un vínculo afectivo con la persona que bosteza”, asegura el autor de otra investigación de la State University of New York. El estudio, publicado en el Royal Society Open Science, asegura que las mujeres son más propensas a contagiarse del bostezo porque tienen mayor capacidad empática.

“El contagio del bostezo requiere de diferentes redes neuronales implicadas en el procesamiento de la empatía, incluyendo el giro frontal inferior y otras áreas de neuronas espejo”, expresan sus autores.

Junto a este vínculo emocional, más marcado en las mujeres, hay otro desencadenante de los bostezos: el sexo. Un médico francés, Olivier Walusinski, publicó lo que algunos han proclamado como el primer libro de texto sobre la materia, “The Mystery of Yawning in Physiology and Disease“.

Según el investigador: “en los macacos, el macho dominante bosteza antes y después de aparearse, y esto está condicionado por la testosterona”.

En otras muchas especies, bostezar precede al apareamiento. Por ejemplo, los peces luchadores siameses machos lo experimentan antes de atacar a un rival. Y en los periquitos es un fenómeno ligado a la sociabilidad.

Y ahora, lo más sorprendente de todo (perdón por dejarlo para el final): Parece que los químicos que libera el cerebro para lograr una erección son los mismos que circulan en la producción de un bostezo. Así que, si tu pareja bosteza en pleno acto, no deberías preocuparte por semejante reacción.

La explicación es sencilla: el bostezo es un indicar de los cambios de estado. Por ejemplo, bostezamos cuando dejamos de estar dormidos y pasamos a estar despiertos. Pues en el terrreno sexual es lo mismo, bostezamos cuando pasamos de no tener ganas a estar excitados sexualmente.

Incluso hay una corriente que mantiene que se puede saber cuánto sexo practica o lo que le gusta practicar a una mujer en función de lo que bosteza:

-Casi no bosteza, poco sexo. No piensa en ello ni necesita practicar mucho.


-De vez en cuando. Practica sexo pero no muy frecuente o le resulta poco satisfactorio. ¡Ponte las pilas!


-¿No para de bostezar? Es un persona muy sexual y sin restricciones.

Ya ves, hay personas que cuando se sienten sexualmente atraídos por alguien, les da por bostezar. Si se echa la mano a la boca y trata de disimular no es que pase de tí, sino todo lo contrario.

 

Con redacción e información de Mónica De Haro / Yahoo Vida y Estilo

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